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Sobre mí
Al principio todo comenzó pintando piedras en familia con mi madre y con mi hermana, las cuales vendíamos en un puesto con el fin de recaudar fondos para una protectora.
Al conocer la fiesta de los Güevos Pintos me encantó la idea y desde entonces, me paso todo el año pensando en algo nuevo para poder pintar.
Llevo ya tres años poniendo el puesto, el primero fue de prueba y tras pasarlo tan bien en la fiesta desde el otro lado de la barrera, siempre repito. Sin duda, se trabaja mucho, pero luego merece la pena, siempre vienen pequeños ayudantes al puesto y visitas muy prestosas de amigos.
Es una suerte poder dar a conocer y ayudar a mantener una tradición de muchos años propia del municipio en el que resido. Son muchos los turistas que aprovechan sus vacaciones de Semana Santa para venir a conocer nuestra tierrina, y considero que esta fiesta, es realmente atractiva.
No son pocos los güevos que se han roto, ni los que acabo tirando por desesperación, pero hay otros que tengo puestos en mi propia casa con mucho cariño. Cada año pongo todas mis fuerzas y pasión para mejorar y discurrir ideas novedosas a la par que llamativas con el fin de que puedan gustar y resultar interesantes para todo tipo de público.
Mi técnica de güevos pintos
En cuanto a la materia prima, los güevinos, antes los comprábamos, pero ahora tenemos a nuestros propios ayudantes personales en la familia, Blanca (que nos pone huevos blancos), San (gallina Sedosa del Japón, que pone güevinos más pequeños) y Galileo (el kiko, el más gallo del corral que cuida de las otras dos). Además, ampliaremos familia seguramente pronto.
¿El proceso? ¡os lo cuento!
Los güevos los vaciamos, a veces con taladro y otras con aguja. Luego a soplar y soplar, una vez acabé con agujetas en los papos.
Cuando empezamos a vaciarlos, en casa siempre hay bizcocho para merendar y para regalar,ya que está hecho con mucho mimo y cariño siguiendo la receta de la abuela.
Tras el vaciado, se limpian bien, metiendo dentro agua y jabón con una jeriguilla, batimos y aclaramos. Los dejamos secar al sol, si el este tiempo tan especial de Asturias nos deja y una vez secos, ya los tendríamos listos para plasmar en ellos todo lo que en nuestras mentes nos imaginemos.
Nos encantan las cosas pequeñas y nuestra especialidad son los güevos de codorniz, aunque son bastante más frágiles que los otros, nos apasiona hacer en los mismos todo tipo de animales . Además les ponemos un imán para poder ponerlos por casa en cualquier superficie metálica y decorar así de forma divertida y bonita cualquier rincón.
Pintamos mucho de temática infantil, ya que en casa hay un especial y risueño ayudante que nos da muy buenas ideas viendo los dibujos de la tele y leyendo espectaculares libros de aventuras.
Usamos también una pintura que brilla en la oscuridad, se carga con la luz y por la noche es muy divertido. (Creedme, apasionan a niños y a no tan niños, palabrita).
En cuanto al proceso de elaboración,para pintar un güevo primero hacemos el boceto con lápiz,una vez el resultado es el ideal, repasamos con permanente negro, borramos el lápiz y coloreamos con pincel y pintura acrílica y ya para terminar, una vez secos, damos una capa de barniz, dependiendo del acabado que queramos usamos mate o brillante. Y volvemos a dejar secar.
Finalmente, los preparamos y colocamos muy cuidadosamente en el puesto para venderlos a todo aquel que lo desee.